
Deller trabaja con palabras desde sus comienzos, en los que con una impresora y un PC hacía falsos anuncios que luego colocaba en los tablones de la universidad, o textos en camisetas, o reproducciones de pintadas en los servicios de la British Library, o pósters creados para el metro de Londres. Pero lo que hace con ellas es intervenir la vida social, relatarla y rescatarla huyendo de la autorreferencialidad del arte y su circuito cerrado de financiación pública, mercado privado y mediación (crítica) especializada.
Me encanta porque también documenta mi historia, la parte de ella que tiene que ver con la 80 y los 90, la reconversión sufrida por sociedades antes industriales y ahora más centradas en los servicios, el entretenimiento y el turismo. Es puro humor inglés, un humor lleno de la más negra melancolía. Es una investigación sobre Inglaterra, sobre todo el arte que se hace fuera del circuito. Es lo que haría William Morris si viviera en el siglo XXI. Es arte público y tiene una historia de amor y odio con los museos. Quiere librarse de la tiranía de hacer objetos, de la producción, de la obra. A cambio hace que sucedan cosas, cosas que no tienen la etiqueta de “arte” colgada, situaciones que a menudo escapan de su control.
Un ejemplo muy evidente está en “Beyond the White Walls”, un video de 2012 en el que Deller describe proyectos que por su carácter efímero o público no se pueden exponer. En uno de ellos cuenta como en los días posteriores a la muerte de Lady Di, irritado por la hipocresía de la prensa que días antes la había perseguido, y que en cierto sentido era responsable del accidente mortal, escribió un poema que colocó junto a las ofrendas florales en Kensington Palace.
Era un poema brutal y mordaz, y Deller pensó que acabarían linchándole allí mismo. Pero la gente se juntó para leer el poema, “porque estaba plastificado y era un poema fresco”, y salió indemne: había conseguido su objetivo, mostrando que --especialmente en momentos de catástrofe, pero no sólo en ellos-- la poesía cubre necesidades muy básicas de la gente: hacer cosas juntos, pero cosas que no son cosas, sino eventos. Hacer poesía pero no necesariamente en los libros.
Foto de la alhóndiga: @fredverbeke, las demás @eskuezkerraz.